Me ha brindado la posibilidad de cumplir los mejores deseos que ansiaba a finales del año anterior y que aquí mismo exponía. Por ello, sabéis que me ha permitido que siga existiendo esa chispa de locura dentro de la cordura, esa improvisación que rompe la rutina, esa salud de roble que corta los vientos más fríos, ese optimismo intravenoso que levanta por las mañanas el pesimismo más negativo, esa rabia interna que obliga a luchar por los sueños, ese coraje que mira al miedo a los ojos, esa valentía para seguir siempre hacia delante y sólo mirar atrás para coger impulso. Y, sobre todo, me ha permitido seguir luchando por los sueños cada día y siempre tener una meta que alcanzar en mente.  

Y siguiendo con la línea de luchar por los sueños, he podido comenzar a estudiar un máster en marketing en gestión de marcas de moda, que realmente me encanta y con el que cada día crezco un poquito más en el sector. Los comienzos siempre son difíciles, y compaginar estudiar y trabajar es mucho más duro vivido desde dentro que visto desde fuera. No hubiese sido posible sin la gran ayuda y apoyo que he tenido, sin lugar a dudas. 

Por esa misma razón, en esta entrada no puede faltar el verbo agradecer. Jamás me cansaré de decirlo, dedicarlo o escribirlo. Gracias, gracias y gracias. Gracias por estar presentes en cada triunfo y en cada derrota que ha rodeado mi año. Porque los optimistas intravenosos también tropiezan con piedras gigantescas en su sendero y los puntos de apoyo son muy importantes. Gracias por verme en el precipicio y empujarme a saltar para ganar en valor. Aquí es un componente crucial mi familia, a la cual adoro cada día más y abrazo con más fuerza que nunca siempre que los kilómetros que nos separan me dejan hacerlo. (Salvo mi hermano, que, por suerte, lo he podido tener muy cerca al menos este año.)

Ha sido diferente. Pero ello no conlleva que haya sido mejor o peor que otros, solamente diferente. Ha transcurrido en la adaptación a una vida en Barcelona. Un alma inquieta conociendo rincones escondidos de la ciudad condal siempre que fuese posible. Viajando cada dos por tres, siempre que teníamos la oportunidad nos hemos escapado al Sur. Porque dicen que a veces necesitamos un poco de sur para poder ver el norte, y razón no le falta a la frase. 

Conocer las terminales y los aeropuertos como el pasillo de la casa propia ha sido también una labor no demasiado tediosa de este año. Perdernos en la ciudad condal. Ir a comer  las 16 horas. Hacer que los fines de semana se conviertan en un abrir y cerrar de ojos devorando las calles los sábados noche. Perder la noción del tiempo. Ser optimistas intravenosos ignorando la realidad. Recorrer kilómetros en todos los medios de transportes posibles. Y en todo este conglomerado de locuras formas parte tú, mejor amiga, que haces este 2015 más ameno y llevadero, aportando un poco del año anterior que tan rápido pasó. Gracias por existir.

Y GRACIAS A VOSOTROS. Por seguir aquí cada lunes y jueves, porque sabéis que me encanta escribiros y que este espacio es una parte importante en mi vida. No me cansaré de decir que sois el engranaje esencial que forma la parte vital de esta ciberfamilia. 

¡2015 gracias por aportarme tanto y con personas tan maravillosas!. No te perdono haber pasado tan rápido. Este año se ha reído hasta llorar y se ha llorado hasta reír. Pero creo que lo más importante de todo es NO ARREPENTIRSE DE NADA. Y esa es la sensación que tengo yo. ¿Qué desear para el año siguiente? Que siga sin faltar trabajo, estudio, pérdida de noción del tiempo, salud, kilómetros por recorrer, un toque de locura que haga perder la cordura y, sobre todo, personas maravillosas a las que amar. ¿Y es que se puede pedir algo más? Seguir luchando por vuestras metas en este nuevo 2016, yo también lo haré. Sé que las conseguiremos. 

PD: Perdonar mi pequeña ausencia por estos lares, pues ya sabéis que estaba en Málaga de vacaciones y la desconexión ha sido total. Sin embargo, no podía dejar que acabase este último jueves del año 2015 sin escribiros. ;)  Nos vemos el lunes con outfit post, y no os olvidéis de derrochar mucha energía positiva. ¡Besotes aplastantes!