Me la juego.
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Me la juego. Porque me apetece. Porque me corre por las venas ese sentimiento. Ese impulso que motiva a cada paso. Con decisión. La determinación más elevada que puedas encontrar. Incluso provoca nerviosismo. Altera los sentidos y hace temblar. Y no hablo de los cuatro grados que acompañan este frío comienzo de fin de semana.
Cojo el primer tren que sale en dirección a alguna parte de la estación más grande en esta ciudad condal. Google maps lleva más de tres años quedándose conmigo. Imagino que alguien se divierte viendo como tomo el camino más largo y doy vueltas en círculos sin sentidos. Pero así soy yo. Siempre rechazando las cosas fáciles por consideraras superficiales. Supongo que llegaré. La prisa acelera la risa. Voy tarde. Como siempre. Chica impuntual de mirada brillante.
Justo allí estás tú. En el preciso lugar donde esperaba encontrarte. Sin duda. Podría reconocer esa espalda en cualquier parte de la vía láctea. Debe ser por esos lunares que dibujan constelaciones en tu piel y arroparon mi corazón en las noches más oscuras.
Dicotomía entre lo bueno y lo correcto. Cuando te miro pero no estás. Tus ojos ya no hablan. Tus manos, frías, no transmiten. Tus palabras, que carecen del peso del significado que les quieres dar. Argumentos vanos malbaratados al antojo de villanos. Y es que, ¿por qué sólo recordamos aquello que nunca sucedió?; ¿por qué nos empeñamos en buscar magia donde sólo hay realidad contrapuesta?
Haces recobrar entonces a un gélido corazón que prefiere caer en las garras del invierno. Porque detrás de ese rostro dulce e inocente, no me supiste encontrar. Porque tras toda la magia que envuelve una brillante mirada con sonrisa positiva hay, sobre todas las cosas, una persona fuerte.
Alguien que no tiene miedo de decir las cosas directas, sin anestesia ni protocolos sociales establecidos. Alguien a quien engañas cuando ya sabe la verdad. Alguien que no está dispuesta a desvanecer a la primera de cambios, ni a la cuarta. Quien camina sin quitamiedos.
Mi última mirada en el más absoluto silencio, que en aquel entonces dijo mucho más de lo que podrían haber explicado mis labios durante lapsos temporales infinitos, se despidió de ti para siempre. Me la juego. Apuesto por un cambio de dirección rumbo a cualquier otra parte. Porque los besos son más bonitos cuando no vienen de una boca llena de mentiras.
Texto: Elisabeth Oviedo.
Fotografía y edición: Mar Moreno ~ Maquillaje: Makeupsaas
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