“A la vida hay que exigirle mucho. A la vida hay que exigirle bien. Porque no te preocupes que ella ya se ocuparĆ” de exigirte a ti cuando menos te lo esperes y por la razón mĆ”s insospechada. Un dĆa sales de casa y bĆŗm. Un dĆa vuelves de un chequeo rutinario y zas. Un dĆa coges el coche y pam. Es siempre mĆ”s tarde de lo que te crees. Cualquier dĆa te cambian las reglas de este juego al que llamamos vida, y lo hacen sin que nadie te pida permiso y sin avisar. AsĆ que plantĆ©atelo ahora o atente a las consecuencias. Porque puede que jamĆ”s exista un espĆ©rate, porque puede que para ti no haya previsto un despuĆ©s.
Por eso, yo exijo. Exijo sentir cosas todos los dĆas. Buenas, malas y regulares. Todas y cada una de ellas. Me da igual. Miedo, asco, rabia, ira, sorpresa, alegrĆa y tristeza. Porque un dĆa sin emociones es un dĆa perdido. Y porque ahĆ donde la emoción manda, es siempre donde ocurren las cosas, es donde yo exijo estar.
Yo exijo. Exijo no pasar ni un sólo dĆa sin estar enamorada. No hablo de estar acomodada. Ni de dejarme simplemente llevar por la inercia. No. Exijo mariposas todos los dĆas. Y exijo tambiĆ©n a alguien a mi lado que las quiera mantener mĆ”s allĆ” de lo razonable, mĆ”s allĆ” de lo racional. Alguien que estĆ© dispuesta a dejarse la vida en el intento. Y que quiera casarse cada dĆa conmigo. Y que lo demuestre en cada tempestad. Exijo que se lo curre tanto o mĆ”s que yo. Y si no, no me vale la pena ni el simple hecho ya no de estar en pareja, sino de respirar. Ah y una cosa mĆ”s. Exijo que la prudencia se tome vacaciones eternas conmigo. Porque jamĆ”s me ha garantizado nada el hecho de ir poco a poco. Ni me ha hecho mĆ”s feliz. Exijo que deponga sus armas hasta que me asegure que mientras yo sea prudente, nada de lo que me gusta se va a terminar.
Yo exijo. Exijo viajar hasta que el cuerpo aguante. Cada rincón del planeta esconde algo o alguien que tiene algo que enseƱarme, cada kilómetro recorrido es otra lección de la que aprender. Soy consciente de que hay casi doscientos paĆses en el mundo, y que yo habrĆ© visto siempre muy pocos, con mucha suerte llegarĆ© a conocer la mitad. Y sobre todo, lo mĆ”s importante, habrĆ© estado siempre en menos de los que visitĆ©. Un destino es una oportunidad para reencontrarse. Un hogar es donde vacĆas tus maletas. Y un origen es donde dejas que crezcan los recuerdos. Por eso, por mucho que te alejes, ellos se crecen mĆ”s.
Yo no exijo un trabajo, exijo dejar de tener las sensación de trabajar. Porque es entonces cuando te estĆ”s dedicando a lo que realmente te gusta. Porque es entonces cuando realmente puedes llegar a ser bueno, o como mĆnimo, a poderlo disfrutar. Cuando el ocio deja de ser la negación del negocio. Cuando los lunes dejan de ser un suplicio, para convertirse en el Ćŗnico dĆa de la semana al que quieres llegar. Lo antes posible, o sea, ya. No concibo ni un sólo dĆa de mi existencia dedicada a algo que no merezca mi tiempo, mi vida, mi sacrificio, mi dedicación profesional.
Pero es que yo exijo tambiĆ©n conversaciones. Conocer gente que me aporte algo interesante. Dejar de perder el tiempo con historias tóxicas y desgastadas. Y ponerme a sumar. Siempre sumar. Cada vez me queda menos tiempo para desperdiciar. AsĆ que me he vuelto muy exigente con el tiempo que le dedico a cualquier prójimo. No porque no lo merezcan, o porque yo me crea especial. No tiene nada que ver con eso. Sino con la sensación de unicidad, de que esto que puedo vivir hoy tiene fecha de caducidad. Cada minuto que te dedico, se lo estoy quitando a los demĆ”s. AsĆ que me tiene que valer la pena. Algo me tiene que aportar. Dejarse de tonterĆas e ir al grano. No es una pose. Es una obsesión por aprovechar cada oportunidad.
Yo le exijo todo esto a la vida.
Y lo mƔs importante, como sƩ que no estƔ en sus planes proporcionƔrmelo, no pienso quedarme de brazos cruzados esperando a que me lo facilite.
Lo pienso ir a buscar.”
*Texto de Risto Mejide.